La imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia, titular de nuestra cofradía, fue realizada en el año 1959 en los talleres salesianos de la Santísima Trinidad, en la ciudad de Sevilla. Se trata de una de las obras más destacadas del insigne imaginero catalán José María Geronés y su círculo.
Tallada en madera de cedro, la imagen representa al Redentor ya muerto, clavado sobre la cruz, suspendido de ella por tres clavos, con el pie derecho sobre el izquierdo y las piernas flexionadas por efecto de la flacidez provocada por la muerte. Esta disposición incrementa la tensión en los brazos, inclinando el torso hacia adelante al tiempo que la cabeza gira levemente hacia la derecha.
Se trata de una obra contemporánea, encuadrada en el estilo barroco andaluz, con una marcada tendencia manierista que confiere al conjunto unos rasgos suaves y sutiles, sin exageración gestual. El rostro, de expresión serena, inclina ligeramente la barbilla hacia el pecho, manteniendo los ojos entreabiertos y la boca levemente entreabierta, transmitiendo la impresión de haber exhalado su último aliento.
Del mismo modo, de forma sutil y difuminada, el paño de pureza se recoge de izquierda a derecha, sin presentar nudos voluminosos ni pliegues pronunciados, respondiendo así a los cánones del neomanierismo. En algunas zonas queda visible la soga que ciñe la cintura. Bajo el sencillo paño pueden advertirse la forma de unos muslos robustos y unas amplias caderas que, unidas a las proporciones del resto del cuerpo, dotan a la figura de una aparente movilidad.
El tratamiento del cabello, también liviano, divide en dos la majestuosa cabeza del Señor, cayendo en suaves bucles hacia la espalda por el lado izquierdo, mientras que por el lado derecho deja visible un amplio mechón que cae sobre el hombro.
Carente de rasgos excesivamente marcados, la imagen del Señor de la Misericordia inspira serenidad y ternura, al tiempo que embarga el alma del espectador con una profunda mezcla de sentimientos.
Originalmente, la cruz sobre la que se sustentaba la talla del Cristo era de las denominadas arbóreas, con profusión de nudos y grietas tallados en madera. Sin embargo, tuvo que ser sustituida en la década de 1970 al haber sido gravemente afectada por xilófagos. Desde entonces, la imagen fue presentada sobre una cruz de madera de tipo liso, lo que restaba esbeltez a la figura.
En el marco del proyecto de restauración y conservación al que fue sometida la talla en el año 2008, se le restituyó una cruz de características similares a la original, consiguiéndose así estilizar notablemente la apariencia de la que, sin lugar a dudas, está considerada como una de las más prodigiosas tallas cristíferas de su tiempo.
La imagen obtuvo el beneplácito del tribunal de alta autoridad religiosa el día 3 de septiembre de 1960, actuando como padrino de su bendición el torero don Carlos Corbacho y la señora María Crespo.
En el año 1956, la Junta de Gobierno tomó la decisión de encargar una talla a don Manuel Pineda Calderón, prestigioso imaginero sevillano, ampliamente reconocido en los círculos escultóricos de la época. Aprobado por la Junta el boceto original que el artista presentara a sus miembros, el maestro, con su gubia, imprimió sobre la madera los más bellos y dulces rasgos, logrando que en el rostro de Nuestra Señora de la Amargura se conjugaran, al mismo tiempo, el sufrimiento y la ternura, el dolor y la belleza, la desesperación y la gracia más singular.
El hermoso y sereno semblante de esta imagen conmovió profundamente a su autor, hasta el punto de que, en repetidas ocasiones, manifestó a la Junta de Gobierno su deseo de llevársela a su taller, ofreciéndose a tallar una nueva imagen para la Hermandad en su lugar.
La obra, realizada en madera de ciprés de Flandes, presenta una estructura de candelero con una marcada torsión de la cabeza y el tronco hacia la derecha y al frente. Fue concebida para formar parte de un Calvario en compañía de San Juan, permitiendo que la mirada de la Santísima Virgen y del Apóstol se cruzara en el vacío, mientras que su expresión sumida en el recogimiento proyecta, ante el espectador, un profundo sentimiento de tristeza.
Esta talla se inscribe con plena fidelidad en los cánones del más puro barroco andaluz, tan característico de la obra de Pineda Calderón, quien aportaba a todas sus imágenes una mirada serena en un rostro exento de gesticulaciones excesivas. En cuanto a las manos de la imagen, de perfil definido, simétrico y concreto, cabe destacar su porte natural y majestuoso.
En el mes de febrero de 1974, un lamentable incendio originado en la capilla del baptisterio de la Iglesia de la Inmaculada Concepción —sede canónica de la cofradía— afectó gravemente el rostro de la imagen de Nuestra Señora. Por tal motivo, fue trasladada a Sevilla para ser restaurada por el propio autor, el maestro alcalareño Manuel Pineda Calderón. Esta intervención fue, tristemente, su última obra, pues falleció en el mes de diciembre de aquel mismo año, apenas unos días después de haber concluido la restauración que devolvió a la talla su primitiva brillantez.
De este modo, la tragedia vino a consumar el deseo tantas veces expresado por el artista de llevarse la imagen de la Virgen a su casa, quien no quiso abandonar este mundo sin haberse despedido antes de la que, sin temor a equivocarnos, podemos considerar su obra cumbre.
La imagen de la Santísima Virgen obtuvo el beneplácito del Tribunal de Arte Religioso el día 3 de agosto de 1956, siendo solemnemente bendecida el 30 de septiembre del mismo año. Actuaron como padrinos don Fernando Ramos Argüelles y su distinguida esposa.
Primer, y más importante titular de nuestra corporación.
La devoción se remonta al 15 de febrero de 1.955, cuando a través de un grupo de personas, miembros de la Adoración Nocturna inician los trámites necesarios para constituir la Cofradía, dedicada a rendir cultos y honores al Santísimo Sacramento.
Nuestra hermandad celebra sus cultos realizando un altar sacramental cada vez que este procesiona por las calles de nuestra feligresía.